Equipo:
Cámaras:
Canon 5D, Nikon D700, Panasonic LX5
Objetivos:
Canon 16-35/2,8 L II, Canon 70-200/2,8 L IS II, Nikkor AF-S 24-70/2,8 G ED
Mochila:
Lowepro Flipside 400 AW
Disco duro:
Nexto eXtreme ND2700
Flash:
No
Trípode o
monopié:
No
Baterías de
repuesto:
4 u.
Canon BP-511, 2 u. Nikon EN-EL3e, ninguna para la LX3
Filtros:
Un filtro B+W UV protector para cada objetivo.
Tarjetas:
Sandisk Extreme IV 4Gb, Sandisk Extreme 8Gb, Lexar Professional UDMA 4Gb
Limpieza:
Pincel de maquillaje y spray con bayeta (de óptica) para lentes y LCDs
Correas:
OP/TECH USA
Comentarios
respecto al equipo:
¿Por qué decidí
llevar este equipo?:
Cuerpos:
Normalmente viajo con una FF como cuerpo principal al que va pegado un
24-70mm y una pequeña APSc como segundo cuerpo de apoyo para montar las focales
extremas, especialmente en tele ya que el factor de recorte amplía la distancia
de alcance del zoom.
De esta forma
me evito andar cambiando constantemente de ópticas, gano en rapidez de
movimientos y reduzco la fricción entre objetivos y cuerpo, una operación que
normalmente se hace con prisas y de pie (sin puntos de apoyo). En estas
operaciones sufren
mucho las partes metálicas y los contactos electrónicos, y además, la cámara
del espejo no está tan expuesta al polvo, especialmente el del cuerpo que lleva
el 24-70mm.
En un principio
pensé en seguir mi vieja norma, FF y APSc de apoyo, pero preparando el viaje
observé que Etiopía no es un país ideal para hacer safaris fotográficos. Para
eso están Tanzania, Kenia o el Congo. Etiopía es un país de paisajes, retratos e
interiores, así que entendí que llevar focales muy largas no tenía sentido.
Por otra parte,
fotografiar en el África negra es peliagudo: la luz solar tiene una gran
intensidad lumínica y la piel de las personas es
tan oscura que a veces desprende destellos azulados.
Fotografiar
gente de raza negra rodeada de una luz tan potente supone un verdadero problema
a la hora de medir la fotometría de la toma.
Dónde bloquear
la medición, ¿en el rostro?, ¿en la tierra de la sabana?, ¿en la ropa?... ¿Cómo
y cuánto habría de compensar la exposición?
Todas estas
cuestiones me llevaron a la conclusión de que debería llevar un par de cámaras
que pudieran tener una gran capacidad de recuperación de luces y zonas oscuras;
era la mejor forma de asegurar resultados.
Finalmente las
escogidas fueron la Nikon D700 y la Canon 5D, ya que en las semanas previas al
viaje la Canon 5D MarkII estaba agotada en todas las tiendas y era imposible
hacerse con una.
Ópticas:
Escogí el Canon EF 16-35/2,8 L II y el Canon EF 70-200/2,8 L IS II para
alternarlos en la 5D y el Nikkor AF-S
24-70/2,8 G ED para llevarlo fijo en la D700.
Podía haber
metido en la mochila el Nikkor AF-S 14-24/2,8 G pero es bastante más pesado y
voluminoso que el Canon EF 16-35/2,8 II y ya llevaba la mochila con demasiado
peso.
Por otra parte,
sabía que iba a hacer mucho retrato en la zona de las tribus y que visitaría
muchos mercados. Nada mejor que el Canon 70-200/2,8 L IS II que, montado sobre
una cámara FF, permite fotografiar primeros planos y actividades diversas desde
una distancia discreta, sin invadir el espacio del fotografiado.
Mochila:
La Lowepro Flipside 400 AW es un modelo que me gusta para viajar porque ofrece
dos argumentos muy interesantes: la tapa y cremalleras de acceso al
compartimento principal, donde va el equipo, se abre por la zona dorsal, tienes
que quitarte la mochila para poder abrirla.
Este detalle es
muy importante porque cuando estás en un mercado o en una calle muy concurrida
siempre puede haber algún “cazador de guiris” que, aprovechando el tumulto, te
abra la cremallera y se lleve lo primero que encuentre.
La segunda
virtud de esta mochila es que no es necesario dejarla en el suelo para coger
algo de ella o cambiar objetivos. Basta con sacar los brazos de los tirantes,
girarla hacia adelante y abrirla. La mochila se mantiene sujeta por el
cinturón.
Disco duro:
A mi modo de ver los Nexto eXtreme son la mejor opción para llevar a un viaje.
Hoy en día las tarjetas de memoria que llevamos tienen gran capacidad. Ha
llovido mucho (¿o no tanto?) desde aquellos tiempos en que llevábamos dos
tarjetas de 1Mp...
Los archivos
pesan mucho y necesitamos tarjetas capaces. Copiar 4, 8 o 16GB en un disco duro
puede llevar mucho tiempo, pero no para los Nexto. Para volcar una tarjeta de
4Gb un Nexto eXtreme necesita 3 minutos mientras que el más rápido de la
competencia emplea 8 minutos, casi el triple.
La rapidez de
volcado es muy importante porque la duración de la batería de los discos duros
(de todos) es escasa, y sobre todo aquellos que tienen pantalla para visionar
las fotos, esos modelos se la devoran, así que cuanto más lento sea el disco más
tiempo estará encendido y más batería consumirá. O estamos pendientes a diario
de cargar la batería o podemos quedarnos sin disco duro. Un Nexto eXtreme
garantiza muchos Gb volcados y bastantes días sin recarga eléctrica.
Baterías de
repuesto:
Suelo llevar como mínimo una de repuesto, y en este viaje con más razón porque
iba a pasar varios días acampado en el Valle del Omo, donde habitan varias de
las tribus más importantes del país.
Filtros:
Cuando salgo un fin de semana en plan tranquilo a fotografiar un pueblo o un
monasterio no suelo poner filtros. El equipo va en el maletero del coche y es
una excursión cómoda, pero en los grandes viajes me gusta llevar filtros.
O hay mucho
polvo en suspensión, o el viento azota arrastrando arenilla que entra con
violencia en los entresijos de la lente, o llueve y las gotas dejan manchas de
lodo, o accidentalmente toco el cristal con los dedos manchados de sudor, o…
Unos buenos
filtros apenas afectan a la calidad de la imagen, garantizan la estanqueidad del
zoom y junto al parasol son el mejor parachoques.
Tarjetas:
Hoy
en día cualquier cámara compacta produce archivos de 12 o más Mp. Las
modernas réflex ya están por encima de los 16 Mpx. por cada archivo JPEG lo
que hace imprescindible equiparse de tarjetas de 4Gb u 8Gb si se dispara en modo
.RAW.
Limpieza:
Por
las noches, cuando ha terminado el día y antes de acostarme, copio las tarjetas
al disco duro y mientras tanto limpio el equipo. Para ello me sirvo de un pincel
grueso de maquillaje con el que limpio el polvo y arenilla de los objetivos y
las zapatas de flash y tarjetero.
¿Por qué un
pincel “de maquillaje”?, muy sencillo, porque tienen la punta del pelo
redondeada, son extremadamente suaves, tupidos y no rayan el cristal. La mala
noticia es que son bastante más caros que un pincel normal, pero son para
siempre.
Después de
pasar el pincel aplico una bayeta especial mojada en líquido limpiador de gafas,
un kit que se encuentra con facilidad en cualquier óptica.
Para terminar
tengo por costumbre poner las cámaras a ISO 100, los diafragmas a f/5,6 (un
diafragma de seguridad “anti-olvidos”) y el balance de blancos en automático,
porque me ha pasado muchas veces que las primeras fotos del día siguiente las he
hecho con el ISO 1600 que usé la víspera al anochecer, y es que a uno le cuesta
desperezarse…
Finalizada la
tarea, con las tarjetas copiadas y borradas y el equipo impoluto ya estoy
preparado para reiniciar la marcha al día siguiente.
Correas:
No soporto las correas originales de los fabricantes. Para mi gusto son
estrechas, rígidas y cuando el equipo es pesado se clavan en el hombro o
producen abrasión en la nuca.
Desde hace años
uso siempre el mismo modelo de correa,
la OP/TECH USA
Pro Loop Strap negra, una correa de neopreno
muy ancha -el doble de una de serie- ligeramente elástica que suaviza el rebote
del equipo cuando caminas y no sufre tanto la nuca.
Cuando el
conjunto cuerpo/objetivo que llevas pesa más de dos kilos y lo tienes que
acarrear durante todo el día el tema de la correa es importantísimo.
Bueno, pues
aquí os he explicado el equipo que he llevado a Etiopía. Cuando termine la serie
de reportajes os explicaré si he acertado con él o hubiera necesitado otra
configuración. Mientras tanto espero que disfrutéis tanto como yo de las
próximas entregas de esta extraordinaria expedición.
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