Etiopía,
Las mil caras de África.


Etiopía, el país de la reina de Saba, donde reposa el Arca de la Alianza; la antigua Abisinia cuyos misterios excitaron la curiosidad de exploradores y aventureros, la cuna del café y del Nilo Azul, el país más rico de África en tribus y diversidad étnica. Etiopía, un país de paisajes naturales y humanos de perturbadora belleza. Una tierra tan pobre como hermosa.

 

 
19-01-2.011


Etiopía era un destino largamente soñado. Diferentes circunstancias me habían obligado a aplazar este viaje año tras año, pero algo me decía que debía perseverar e intentar acudir a la llamada de ese rincón de África a la menor oportunidad.

Y ésta se presentó de repente, no hace mucho, así que cogí la cámara, metí cuatro camisetas en la bolsa y salí volando, nunca mejor dicho, antes de que ocurriera algo que volviera a impedir que mi sueño se cumpliera.
 
 

     



Volaba sobre El Cairo, a mitad de camino de Addis Abeba, y mi cabeza no paraba de asociar el país con esas imágenes desoladoras que los medios de comunicación han mostrado al mundo: niños hambrientos cubiertos de moscas y tierras cuarteadas por la falta de lluvias.

Ciertamente mis pensamientos no eran tranquilizadores, sin embargo algo en mi interior, como si de una corazonada se tratara, me impulsaba a seguir adelante sin prestar atención a estas ideas prefabricadas.


 

 

 
Panasonic LX-5
Focal: 24 mm.
Diaf.: f 1:3,2
 
 

Sobrevolando África.

   



Etiopía, situada en el cuerno de Africa, comparte fronteras con Somalia, Eritrea, Yibuti, Sudán y Kenia. Su diversidad cultural y geográfica es tan enorme que suele decirse que es la “Africa en miniatura” pues entre sus límites se funden las mil caras de este gran continente.

Geográficamente hablando, Etiopía tiene todos los paisajes imaginables. Todos menos el mar, que lo perdió al separarse de Eritrea en 1993. Desiertos, sabana, macizos montañosos, llanuras por debajo del nivel del mar, bosques y selvas…
 

 
 

 
Nikon D700
Focal: 24 mm.
Diaf.: f 1:8
 

 Al sur la selva se adueña del paisaje.

   

 

Etiopía no tiene mar pero cuenta hasta con ocho lagos, algunos entre los más grandes del continente, que proveen de pescado a gran parte del territorio nacional. Un país con una riqueza natural verdaderamente espectacular.
 

 

 

 
Panasonic LX-5
Focal: 24 mm.
Diaf.: f 1:4
 
 

Panorámica de los lagos Aviata y Shala, separados por un sistema motañoso.

   



Gran parte del territorio es verde y abrupto -muy abrupto-, como las montañas Siemen, un macizo gigantesco que supera los 4.500m de altitud donde nieva regularmente. En época de lluvias gran parte del país es surcado por innumerables torrentes que nacen en cinco minutos y a las pocas horas desaparecen.
 
 

   
Panasonic LX-5
Focal: 43 mm.
Diaf.: f 1:2,5
 
       
   
Panasonic LX-5
Focal: 90 mm.
Diaf.: f 1:3,3
 
       



Esta secuencia de fotos está tomada con ocho minutos de diferencia: el caudal del río se ha triplicado. Está anocheciendo y los pobladores de la zona cruzan con premura para no quedar aislados en la orilla opuesta a su aldea.

Aguas que alimentan ríos como el Tekezé (“el terrible”), capaz de excavar el cañón más profundo de Africa, el Omo, que apaga la sed del territorio más rico y diverso en tribus de todo el continente, o el Nilo Azul, cuyas fuentes proveen el 85% del caudal del rey de todos los ríos, el Nilo faraónico.
 
 

 

 
Nikon D700
Focal: 40 mm.
Diaf.: f 1:8
 
 

Cataratas del Nilo Azul

   



La cara opuesta se encuentra en la región colindante con Somalia y Yibuti, la más árida del planeta, donde pueden pasar años sin que caiga una gota de agua debido a que el monzón, que viene del Oeste, descarga toda la lluvia antes de llegar a la zona más oriental del país. Una vez ahí, el monzón se transforma en un viento seco y abrasador que convierte la región en un infierno.

En esta zona se encuentra la depresión del Danakil, una llanura situada a 155m. bajo el nivel del mar donde la temperatura media es de 50ºC durante la estación seca. Está considerado el lugar más caluroso del planeta y así debe ser porque a pesar de mi insistencia, mi guía siempre rechazó llevarme a esa región: “hacen falta 15 litros de agua por persona y día y vehículos muy bien equipados para poder sobrevivir”, me espetaba con cara angustiada.
 
 

 

 
Nikon D700
Focal: 44 mm.
Diaf.: f 1:8
 
 

Mujeres yendo a recoger el agua de cisternas.

   



En Etiopía el 80% de la población se dedica a la agricultura –café y cereales predominantemente- pero sólo la cuarta parte de la tierra cultivable está explotada por falta de recursos para canalizar el agua. Un hecho que llama poderosamente la atención es el ingente número de vacas, ovejas y cabras que pastan por todo el país, ¡y es que Etiopía es la novena potencia ganadera del mundo!

 

 

 
Panasonic LX-5
Focal: 24 mm.
Diaf.: f 1:4
 
 

La mayoría de la población vive del campo.

   



En mi vida he visto tantas vacas juntas, hasta el punto de que, en ocasiones, circular por el país es una tarea arriesgada debido a la descomunal cantidad de rebaños que transitan por sus caminos. De hecho, mi todoterreno atropelló a varios animales y hubo que negociar con los jefes de las tribus los daños ocasionados. El conductor siempre tiene la culpa, aunque el vehículo circule con prudencia y sea el animal, asustado o distraído, el que se lance a sus ruedas.

 

 

 
Panasonic LX-5
Focal: 24 mm.
Diaf.: f 1:2
 
 

El ganado se traslada por caminos y carreteras.

   



Etiopía es un verdadero mosaico de razas y culturas por lo que resulta muy arriesgado generalizar sobre este país. Los numerosos grupos étnicos se reparten el país en nueve estados en los que conviven naciones y nacionalidades bajo un mismo –y lejano- gobierno federal central.

Los etíopes más antiguos son los Amara. Representan el 30% de la población y ocupan la capital, Adis Abeba y la región que lleva su nombre, Amara. Son los herederos de la antigua Abisinia y por ello su idioma, el “amariña” (amarica) y su religión, la Iglesia ortodoxa etíope, han sido oficiales durante los últimos siglos.


 

 

 
Canon 5D
Focal: 18 mm.
Diaf.: f 1:8
 
 

Lalibela, el corazón de la Iglesia ortodoxa etíope.